top of page

LA ECONOMÍA DE SENDEROS BIFURCADOS

Por Sebastián Ramírez


Imagen: Esteban Collazo (@esteban_collazo)

El gobierno entrante tiene varios rumbos para elegir en materia económica: algunos se bifurcan y otros se enroscan, pero no todos conducen a Roma. En este ensayo Sebastián identifica las principales políticas económicas que pueden suceder, a la vez que descarta variables sobre las cuales el gobierno no tiene potestad.


Pocas cosas más sistemáticas en Argentina que la restricción externa. Con el kirchnerismo se produjo por déficit de balanza comercial y luego por fuga de divisas hasta el comienzo de las restricciones cambiarias. Con el macrismo, la restricción aparece cuando ya no se puede pagar deuda con más deuda y se mantiene a velocidad crucero la fuga de divisas. El gobierno entrante tiene muchos rumbos para elegir que se bifurcan y otros que se enroscan, pero no todos conducen a Roma.


En este ensayo propongo identificar las principales políticas económicas que pueden suceder, a la vez que se descartan variables sobre las cuales el gobierno no tiene potestad. Por tal motivo, la primera variable a considerar es el rumbo del dólar.


I

Arranquemos por la coyuntura y el karma de vivir al sur. Si las depreciaciones de 2019 acomodaron el tipo de cambio real en uno de equilibrio (al menos en lo que respecta a la balanza comercial), no significa que un dólar nominal a $65 sea un tipo de cambio suficientemente alto. Una devaluación disminuiría los pasivos en pesos en términos reales. Esto beneficia al gobierno, más que nada porque, con esta tasa de interés altísima, el gran deudor en pesos es el Estado. Esto pasa cuando ya no te podés financiar en el exterior ni con el BCRA. La contracara es el encarecimiento fiscal del pago de deuda externa, pero ya vamos a tener tiempo para esto.


Una mayor devaluación y un posible tipo de cambio fijo/administrado, sumados a las restricciones cambiarias, podrían eliminar de cuajo las perspectivas devaluatorias en el mediano plazo, permitiendo fijar precios y estableciendo reglas de intercambio. Esto es coyuntural, si la tasa de inflación es igual a la tasa de devaluación vamos al game over. En una economía llena de incertidumbre como la actual es necesario introducir las reglas desde el gobierno, mal que le pese a la ortodoxia. El deus ex machina de la autoridad política por sobre la especulación mercantil. Vamos rumbo a algo reminiscente a la convertibilidad, pero de fin de fiesta.


Volvamos al ahora. Si el tipo de cambio real del dólar a $65 ya permite mejorar la balanza comercial, la devaluación que barajé en el anterior párrafo tendría efectos inflacionarios en el corto plazo. Principalmente sobre los precios de las impos y de los alimentos exportables. De los efectos redistributivos de una devaluación no se salva nadie.


El consenso albertista tendrá los límites de la 125. La alternativa al traslado de la devaluación a precios es ponerle retenciones sensatas al agro, que limite la suba de precios por efecto cambiario de los bienes-canasta exportables. El objetivo de mínima es que no siga cayendo el salario real. Además, permitiría disponer de “lechugas” para el pago de deuda o, al menos, disminuir el déficit fiscal.


II

Respecto de la deuda, pareciera que la estrategia se orienta a una modificación de plazos y renegociación del acuerdo con el FMI sin necesidad de caer en un “facilidades extendidas”, que, valga la digresión, de facilidades no tiene nada. Un default sólo es probable si la negociación con el FMI fracasa, pero para eso tenemos todo diciembre para especular. Un Plan Bonex 2.0 (confiscación de plazos fijos) resulta innecesario con un Washington a la altura de Julio Argentino Roca y con un BCRA poniendo a disposición las reservas para pagar deuda.


Pongámosle, además, actores a la situación que se está conformando. El sector financiero, el agro exportador y los servicios públicos van a ser los primeros en tener que rendir cuentas y empezar a pagar los platos rotos. Tendrán que estar a la altura de la centralidad que ocupan en la estructura económica. Por otra parte, el empresariado industrial pyme perfila como aliado para combatir la desocupación y la pobreza. Nos despedimos, también, de los ahorristas de tasa de interés real positiva. La correlación de fuerzas sin dudas va a modificarse, el mediano plazo nos dirá si también se modificarán las estructuras económicas.


A modo de racconto, lo que parece esperable es que se mantengan los controles cambiarios, un incremento del tipo de cambio real hasta niveles altísimos para luego dejarlo fijo, incremento de retenciones, reprogramación de los vencimientos de deuda en dólares y descenso de la tasa de interés doméstica. Este combo heterodoxo solo sería posible si le sumamos algunos elementos ortodoxos: mantener los salarios reales lo más bajos posible sin que aumente la conflictividad social, mejorar el déficit fiscal por incremento de la recaudación y una progresiva simplificación impositiva y, finalmente, alentar la inversión privada. Pero la inversión, según Keynes, surge de la alegría de vivir del empresariado.


Podemos agregarle que la inversión privada encuentra un trade-off con la tasa de interés y la orientación de la intervención estatal (crowding out). Pero, ¿quién tiene la llave de mandala? El capitalismo argentino es un capitalismo irónico, una burguesía que no invierte y se niega a asumir su rol histórico.


III

Hasta ahora los efectos de las variables analizadas aceleran los procesos inflacionarios. No obstante, primero analicemos el resultado fiscal: la campaña auguró un incremento de transferencias sin una forma clara de financiarlas, aunque sospecho que, ante el fracaso del monetarismo, se recurra legítimamente a la emisión monetaria para financiar el déficit de este año. Así los pesos empezarán a sobrar, pero con una economía tan estancada es probable que suba la oferta antes que los precios.


Argentina revisita a la versión argentina de Keynes por enésima vez en la historia. También tenemos muy claro que los precios no bajan, hay algunos que suben más que otros.

Esto recae en una hipótesis y una pregunta sobre la cuestión productiva. La hipótesis es que la disminución de la tasa de interés operará como política monetaria expansiva y como política de incentivo a la producción. Mi pregunta surge sobre las capacidades estatales para sostener algún ciclo de desarrollo y sobre cómo evitar que ganen siempre los mismos, los que no necesitan del auxilio del Estado para tecnificarse. Es menester que sea rock, pero es más probable que el repunte de la actividad venga por la producción primaria y la construcción/obra pública.


IV

En el plano de los precios, la puja entre sectores económicos y entre el capital y el trabajo van a signar la velocidad de la espiral inflacionaria. Del modelo de consumo a lo José Mercado aprendimos que se necesita producir mejor para satisfacerla, del modelo de la austeridad aprendimos que sin consumo la economía argentina termina en un mambo que no se baila. Baja de impuestos y aumento de la productividad por un lado, aumento de los salarios reales y mayor caja para obras sociales por el otro. Retenciones y bajas tasas de interés, el combo que necesita el sector secundario. Es con todos, pero no todos pueden quedar contentos.


V

Lo más cercano es que el desajuste empiece por casa: el incremento de las transferencias indirectas a los sectores medios (subsidios) y aumentos a las jubilaciones, a la AUH y a los trabajadores estatales.


Y que del resto se encargue el mercado.

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comentários


Post: Blog2_Post
bottom of page