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Recuerdos conexos

Por Camila Vallejo


"Me acostumbré a estar atenta en la calle", reza una de las narraciones de Camila Vallejo. La potencia de la narración como insumo fundamental para retratar las experiencias que marcaron a fuego los padecimientos dictatoriales persistentes hasta el día de hoy.

Imagen: La Lente Militante (IG @lalentemilitante)


Partido de General San Martín, 1976. Mi mamá escapaba acostada en el asiento de atrás de un Fairlane verde. Casualidad o causalidad, ese era el auto de mi abuelo. A partir de ese momento mi mamá y su familia, por caminos separados, empiezan una nueva vida, no elegida ni querida, tampoco buscada. Hacen lo que tienen que hacer, por ellos mismos y por su familia. Mi mamá termina encerrada en un cuarto en la casa de dos señoras en Mar del Plata. Pasa las horas leyendo y escribiendo. Se la bancó bien la javie.

San Antonio de los Baños, 1991. No había cumplido ni un año, fuimos a vivir a Cuba. En la Escuela Internacional de Cine y Televisión, mi papá enseñaba cine y mi mamá teatro.Yo no tengo recuerdos, solo algunas fotos y lo que me contaron. Las fotos se ven bien, parecemos felices. Pero ya más grande la explicación de mi vieja fue suficiente: “tu papá no aguantaba otro exilio”. Así fue.

San Miguel de Tucumán, 1975. Tiran una bomba en la puerta de la casa de mis abuelos paternos. Mi papá, Gerardo Vallejo, huye, mis abuelos queman los negativos. Años después filma El rigor del destino, años antes El camino hacia la muerte del viejo Reales. Ninguna casualidad, clara causalidad.

Estación de Chilavert, 2010. Esperamos el tren para volver a casa. Estamos mi vieja, mi prima, mi hermana y yo. Nadie se da cuenta. Nadie. Mi mamá ve algo y avisa. Un intento de robo, ya no recuerdo bien cómo. Sí me acuerdo una cosa, la explicación que no llegué a pedir porque ella se me adelantó: “me acostumbré a estar atenta en la calle”.

Barrio de Malaver, fines de la década del 90. Tocan el timbre de casa, un tipo le cuenta a mi vieja que mataron a su amigo, Carlitos. Su historia, vio algo que no debió haber visto e hizo la denuncia. Vivía en La Rana. Mi mamá llora, no fue su primera vez.

Barrio de Malaver, 2000. Eva Piwowarski, mi mamá, va al velorio de su amiga. Norma Susana Frontini, su mejor amiga desaparecida el 3 de agosto de 1976. Por Norma, por Carlos Susaño, por todos y todas las que guardan esos recuerdos. Memoria, Verdad y Justicia.


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Nota solo para entendidos: el robo al Dr. Manhattan es por una buena causa.





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